Casi al final del año me pongo a escribir estas líneas haciendo una evaluación de lo que hemos pasado a raíz de la pandemia del coronavirus, o mejor dicho debo decir de lo que estamos pasando, dado que aún no se acaba.  

El Perú entra al 2021 con la esperanza de que a los 200 años de nuestra independencia, esta finalmente se materialice en los deseos de un Perú prospero y de bienestar social y económico para todos, donde el ejercicio de libertades y respeto de derechos sea el día a día de todos. Esta era la esperanza a inicios del 2020, que ya veía próximo el inicio del debate político electoral y que tenía la esperanza que el congreso entrante sería un equilibrante al poder ejecutivo. Y llegó la pandemia.

El 16 de marzo ya estábamos en cuarentena, un virus que llegó raudo, que obligo a que las primeras acciones del Congreso de la República, con su flamante conformación de nuevos congresistas, tuvieran que decidir como hacer sus sesiones virtuales; el Poder Judicial tuvo que plantearse acelerar su proceso de expediente digital (que ya había empezado a mediados de los 90’s y que había ido avanzando lentamente), un sistema híbrido que tuvo que mezclar procesos por casillas virtuales con firmas escaneadas (porque no se pudo desplegar la solución de firma digital para todos los abogados); un Poder Ejecutivo que tuvo que enfrentar como hacía para informar a las personas, abrir la economía que había sido cerrada abruptamente, como enfrentar el creciento número de muertos, que nos ha llevado a estar en los primeros lugares del mundo en muertos por millón (con las cifras oficiales es así, puede que con las cifras no oficiales nuestra posición sea difícil de alcanzar), ciertamente que todos nos vimos envueltos en la vorágina del trabajo remoto, la educación a distancia, la telemedicina, la compra por internet y el aumento del delivery de productos para evitar un posible contagio.

Pero también la transformación digital le toco a las empresas; pasamos de sistemas de recepción de facturas físicas a acelerar primero que los proveedores tengan factura electrónica y segundo a tener sistemas de recepción de facturas electrónicas que se conecten con nuestros sistemas de gestión financiera; aceleramos los procesos de ciberseguridad dado que teníamos nuestras redes expuestas por el trabajo remoto de nuestros colaboradores; requerimos de hacer procesos de subastas electrónicas para la adquisición de bienes y servicios, manteniendo el distanciamiento social; el procurement básico paso a ser eprocurement tomando soluciones prácticas para mantener la cadena productiva, y pues además tuvimos que apoyar a nuestros proveedores con plataformas de factoring. Si a eso añadimos los cumplimientos normativos en materia de protección de datos personales y de lucha anticorrupción, la salida para la continuidad de nuestros negocios se volvió digital.

La vida se mostró digital, y digo mostró porque desde hace decadas hemos ido digitalizándonos de a pocos, procesos de impuestos, compras, vemos netflix, Disney+, Amazon Prime, tenemos redes sociales, usamos whatsapp hasta para compartir la cena navideña, porque nuestro mundo se volvió digital, pero no logramos conciliar todo en un solo proceso.

Este 2021, es el año de lograr un #perudigital, porque si hay alguna independencia posible, es la libertad que la tecnología nos puede brindar, sin violar libertades y derechos, permitiéndonos una mejor calidad de vida, igualdad de oportunidades y sobre todo, la posibilidad de que como país tengamos un resurgir tras esta pandemia.

Bienvenida la revolución digital, Bienvenido el Peru Digital.